miércoles, 19 de marzo de 2014

No sé por dónde empezar

Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que me senté delante del teclado a reflexionar y ya lo echaba en falta. Se me ha acumulado el trabajo, así que me pregunto... ¿por dónde empiezo?

He vuelto

La pereza me ha podido todo este tiempo, pero vuelvo a la carga con la promesa de no volver a abandonarme otra vez de esta forma y durante tantísimo tiempo.
Idas y venidas. Subidas y bajadas.
¿A quién le importa realmente?
Pues a mí.
Si algo he comprendido durante todo este tiempo es que tengo que valorarme más, que no soy tan mala como piensan algunos ni tan inútil como pensaba yo.
¿Y a quién le importa realmente lo que piensen esos "algunos"?
Pues a mí no.
Así fue cómo decidí centrarme en mi felicidad y en la de aquellos que realmente me importan, haciendo oídos sordos a lo que decían "algunos".
Es lo que debería haber hecho desde hace muchísimo tiempo.

martes, 26 de junio de 2012

¿Qué es el amor?

¿Qué es el amor? ¿Existe realmente? ¿Qué forma y tacto tiene? ¿A qué huele? ¿Cuántos tipos hay?
Cuanto más tiempo pasa, menos comprendo. Porque es una palabra cualquiera, tal como mesa, silla, lámpara. ¿O acaso es algo más?
¿Es protección? ¿O tal vez respeto? ¿Confianza? ¿Amistad? ¿Ternura? ¿O todas las cosas a la vez?
¿Es esa sensación de felicidad que te inunda el pecho hasta tal punto que parece que va a explotar?
¿O es ese dulce cosquilleo que te sube desde el estómago hasta la garganta? Ese cosquilleo provocado por una mirada, una sonrisa, un aroma, una caricia, un beso. Ese cosquilleo que te hace sonreír como una tonta y suspirar. Que te hace libre, que te hace volar.
¿Qué es el amor? ¿Cómo se define? Más bien, ¿se puede definir tanto en un par de líneas? ¿O en una palabra?
¿Sí? ¿Se puede?
Voy a intentarlo.
Tú.
Creo que es la mejor definición que se me haya podido ocurrir.


martes, 12 de junio de 2012

Jaula dorada

Una brisa fresca y primaveral cargada con el polen y el aroma de las flores llegó hasta el pequeño porche de una casa situada a la orilla del campo. Las plantas salvajes crecían por doquier en el descuidado jardín y los insectos pululaban a su antojo entre la maleza. Las aves volaban libres buscando alimento mientras gorgojeaban de júbilo al surcar el azul infinito del cielo.
Sólo se escuchaba un triste cantar, procedente de aquella descuidada morada.
Un pequeño pájaro silvestre se hallaba acongojado tras los barrotes de una preciosa jaula hecha artesanalmente. Una delicada filigrana nacía en la puertecilla de hierro y se extendía por el resto de la pajarera, dándole a ésta un brillo dorado cuando el sol se reflejaba en el metal precioso del fino adorno. Los recipientes eran sin embargo de un cristal tan transparente y reluciente que hacía parecer que tanto el alpiste como el agua estaban ahí flotando, hechizados por alguna magia. Un aro de madera que se sujetaba al techo de la jaula por un soporte dorado le servía al animal como columpio.
El pajarillo miraba con sus ojos negros y brillantes la bóveda celeste que se extendía por encima del lugar dónde se encontraba cautivo. Una silenciosa nostalgia invadía su pequeño cuerpo al ver a los otros pájaros volar.
Aunque no fuese tan inteligente como los humanos había aprendido algo: no podía escapar de aquel refugio obligado. Aunque los barrotes le protegían de posibles depredadores, también le impedia hacer aquello para lo que había nacido.
Volar. Volar. Volar.
Aquel impulso le obligaba de vez en cuando a saltar, extendiendo sus extremidades superiores intentando echar el vuelo, chocando con el techo de barrotes y cayendo después. Pero era inútil. Sus alas habían sido atrofiadas adrede para que no pudiera volar más.
Sentía que se moría de pena por dentro.
¿Cómo podían haber sido tan cruel con él?
No había hecho nada malo, y aun así, le habían quitado la razon de su existencia, obligándolo a estar cautivo hasta el día de su muerte.
La brisa fresca y primaveral cargada con el polen y el aroma de las flores se fue, y dejó a aquel pajarillo solo.
Aquel pajarillo entonó su dulce y triste canción y estiró sus alas lisiadas con ansias de libertad.

lunes, 28 de mayo de 2012

Días como hoy

Porque hay días en los que dedicar una sonrisa se hace difícil.
Días como hoy, en los que el sol brilla y pinta la calle con colores alegres, desentonando con su estado de ánimo. Días más largos de lo habitual y que se hacen cuesta arriba. Días en los que se da cuenta que está sola porque quiere, porque aparta a todo aquel que se intenta adentrar en su corazón por miedo a ser herida. Días en los que los recuerdos más tristes le hacen derramar un mar de lágrimas.
Pero, ¿porqué tanta desilusión, chiquilla? ¿Porqué no aprecias lo que tienes? ¿Acaso no te das cuenta de que estás a punto de perderlo?

jueves, 17 de mayo de 2012

Otra vez estoy aquí escribiendo, con el corazón encogido y la mente desaliñada.
Hacía ya algo de tiempo que no ponía mis pensamientos en orden y se habían enredado unos con otros, cual madeja de hilo, creando nudos que parecen imposibles de deshacer. Pero he ido tirando de cada hilo, siguiendo el rastro de su color entre los demás, pudiéndolos sacar en claro. Aunque algunos de ellos se han roto en el camino, revolucionando aquella paz momentánea y haciendo surgir el caos nuevamente.
Hasta que he llegado a este punto en el que me encuentro, sin saber qué pensar o qué sentir exactamente, provocando que ideas y sentimientos contradictorios ocupen mi mente y mi corazón a la misma vez.
¿Debo estar alegre o triste? ¿Debo confiar o no? ¿Debo tener miedo o dejarme llevar sin temor?
¿Qué es esto? ¿A qué viene tanta confusión? ¿Y mi antigua seguridad? ¿Dónde fue tras ser dañada?
¿Porqué no puedo sacar nada en claro? ¿Porqué me cuesta tanto entregarme a la felicidad? ¿Tal vez sea miedo a ser dañada? ¿Esta todo provocado por eso?
Lo más importante: ¿qué se puede hacer contra el miedo?